Investigando sobre este icónico proyecto, he encontrado información en distintas fuentes que, hoy me he dado a la tarea de compilar en un sólo artículo para sintetizar el escenario actual de esta gran obra.
Pocas obras en la historia de la arquitectura han generado tanto asombro y debate como la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona. A más de 140 años del inicio de su construcción, el templo ideado por Antoni Gaudí entra en su recta final, con la finalización de su torre central prevista para 2025. Esta culminación representa no solo un hito arquitectónico, sino también un acto de perseverancia técnica, espiritual y cultural sin precedentes.
La Sagrada Familia es, en muchos sentidos, un proyecto que ha desafiado el tiempo. Gaudí, al asumir su diseño en 1883, sabía que no vería la obra terminada. Aún así, dedicó más de 40 años de su vida a ella —los últimos 15 de forma exclusiva—, desarrollando un lenguaje propio, donde la naturaleza, la geometría y la espiritualidad se entrelazan con una maestría única.
Hoy, a poco más de un siglo de su muerte, la torre de Jesucristo, eje vertical del conjunto, está en su última fase constructiva. Con 172,5 metros de altura, será la iglesia más alta del mundo, superando a la catedral de Ulm en Alemania (161,5 m). La cruz monumental que la coronará, de 17 metros de alto y 13,5 de ancho, será una estructura visitable, ofreciendo vistas privilegiadas de Barcelona y simbolizando la conexión entre el cielo y la ciudad.
En los últimos años, la construcción de la basílica ha entrado en una etapa de aceleración:
A pesar de los avances, no todo ha sido fluido. Uno de los principales conflictos actuales es la construcción de la gran escalinata de acceso a la fachada de la Gloria, proyectada por Gaudí y pensada como un elemento urbano integrador.
Este acceso requiere el derribo de varios edificios sobre la calle Mallorca, lo que implicaría la expropiación de más de 1.000 viviendas y negocios. La oposición de los vecinos y la falta de acuerdos institucionales han generado un debate profundo sobre los límites entre patrimonio, desarrollo urbano y derechos ciudadanos.
Por otro lado, el presupuesto de la obra —financiado en su totalidad por donaciones y entradas de visitantes— sufrió una importante caída durante la pandemia, lo que obligó a reprogramar varios tramos constructivos. Sin embargo, la recuperación del turismo ha permitido retomar el ritmo de obra con mayor estabilidad.
La culminación de la torre central no es solo un hito arquitectónico por su altura. Su diseño es profundamente simbólico. Gaudí la concibió como el punto más elevado de la basílica, pero intencionalmente la dejó por debajo del Montjuïc, el monte más alto de Barcelona, como un gesto de humildad ante la naturaleza.
Esta torre representa a Jesucristo y está rodeada por otras seis: cuatro dedicadas a los evangelistas y una a la Virgen María, que fue terminada en 2021 y se reconoce por su estrella luminosa que corona la cúspide.
Al completarse, este conjunto de torres centrales consolidará la silueta icónica de la basílica, reafirmando su presencia como un faro espiritual y cultural.
La Sagrada Familia no es solo un templo: es una declaración de fe, de paciencia y de ingenio. Gaudí la definió como una obra “al servicio de Dios, hecha por el pueblo”, y su proceso de construcción —intergeneracional y colectivo— ha mantenido esa esencia.
El hecho de que aún hoy arquitectos, artesanos e ingenieros trabajen para culminar su visión demuestra la vigencia de una arquitectura que no responde únicamente a modas, sino que está arraigada en valores, en contexto y en una profunda exploración estética y espiritual.
Aunque la torre de Jesucristo marcará un punto de inflexión, la basílica aún tendrá frentes activos. La fachada de la Gloria, en especial, es un proyecto de largo aliento. También resta la finalización de esculturas, vitrales, pavimentos y elementos litúrgicos interiores.
No obstante, se ha planteado que en junio de 2026 —coincidiendo con el centenario del fallecimiento de Gaudí— se realice la inauguración simbólica del templo terminado, incluso si ciertos detalles siguen en desarrollo. Será un momento histórico para la arquitectura moderna.
La Sagrada Familia es mucho más que una obra de arquitectura monumental. Es un proceso vivo, un puente entre siglos, generaciones y lenguajes constructivos. En 2025, cuando la torre de Jesucristo se eleve por encima de todo, Barcelona no solo ganará un nuevo récord mundial: ganará también un motivo de orgullo universal.