Durante las últimas tres décadas, la arquitectura en México ha vivido una transformación profunda y acelerada. Desde nuevas tecnologías hasta una conciencia más clara del contexto social y ambiental, el rol del arquitecto ha cambiado tanto como los entornos que habitamos.
Hablar de esta evolución es hablar también de nuestra historia como país, de nuestras ciudades y de los retos que siguen vigentes. Quienes hemos tenido la fortuna de vivir esta transición desde dentro, sabemos que no se trata solo de estilos o materiales, sino de una nueva forma de entender la relación entre espacio, sociedad y futuro.
En los años noventa, el diseño arquitectónico todavía se percibía en muchas partes del país como una actividad elitista o centrada en grandes obras públicas y privadas. Hoy, la arquitectura se ha democratizado en muchos sentidos: hay más diálogo entre profesionales, más visibilidad y una responsabilidad creciente frente al entorno.
El arquitecto ha pasado de ser “el que dibuja casas” a ser un actor clave en la construcción de ciudades sostenibles, resilientes e inclusivas.
Durante años, la arquitectura mexicana estuvo marcada por influencias internacionales: el modernismo europeo, la arquitectura norteamericana de los grandes estudios, e incluso el brutalismo. Sin embargo, en las últimas décadas, ha habido un renacer de lo vernáculo, lo artesanal y lo identitario.
Despachos mexicanos han logrado reinterpretar técnicas tradicionales y materiales locales para crear una arquitectura contemporánea que respeta sus raíces sin dejar de innovar. Esta combinación ha colocado a México como un referente mundial del diseño con identidad.
Uno de los cambios más revolucionarios ha sido la incorporación de nuevas tecnologías en el diseño arquitectónico. Del uso inicial de programas como AutoCAD pasamos al modelado en 3D, al BIM (Building Information Modeling) y a herramientas de simulación energética o realidad aumentada.
Estas herramientas no solo mejoran la precisión, sino que permiten coordinar equipos multidisciplinarios, prever problemas constructivos y optimizar recursos, algo esencial en proyectos complejos y en tiempos donde cada peso y cada kilowatt cuentan.
La expansión urbana desordenada, la presión por la vivienda accesible y la crisis ambiental han obligado a replantear los modelos de desarrollo urbano. La arquitectura mexicana actual se enfrenta a retos como:
- La recuperación de espacios públicos.
- La vivienda social digna.
- La movilidad multimodal y la accesibilidad.
- El diseño resiliente frente al cambio climático.
Hoy, más que nunca, el arquitecto debe ser un mediador entre la infraestructura, la comunidad y el medio ambiente.
La arquitectura en México ha cambiado, sí, pero su esencia permanece: crear espacios significativos que respondan al contexto y mejoren la calidad de vida. Y si algo nos ha enseñado este recorrido, es que la arquitectura con identidad, ética y propósito será siempre relevante, sin importar la década.